Entrevista a Miguel Ángel Soto

 

«En el TTIP se está negociando con aspectos fundamentales de nuestras conquistas sociales y ambientales»

 

Miguel Ángel Soto es licenciado en CC. Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid, Especialista en Ordenación del Territorio por la Universidad Politécnica de Valencia y Diplomado en Educación Ambiental por la UNED. Ha desarrollado parte de su vida laboral en centros de investigación (CSIC, ICONA) y en el sector privado, en especial en planificación de espacios naturales protegidos y planificación del medio físico. Desde 1998 responsable de las campañas de Bosques en Greenpeace España donde ha colaborado en las campañas de esta organización en áreas como la Amazonia, la Cuenca del Congo, Sureste Asiático y bosques boreales de Finlandia y Canadá. Actualmente es responsable de campañas contra la Ley Mordaza o contra los acuerdos comerciales entre la UE y EE UU (TTIP) y Canadá (CETA), sobre los que trata esta entrevista a raíz del TTIP-leaks desvelado por Greenpeace.

 

Monica Di Donato (MDD): Empezaría con el TTIP-leaks y la publicación hace unos días, por parte de Greenpeace Holanda, de una parte de los papeles secretos del mayor acuerdo comercial entre EE UU y la UE. Los documentos sacados a la luz permiten una mirada sin precedentes sobre las pretensiones avanzadas por la administración y los lobbies estadounidenses que quieren que la UE rebaje su normativa en temas de protección del medio ambiente, salud pública y más en general, en la tutela de los consumidores. Antes de la publicación de estos papeles existía ya la intuición de la amenaza que supondría la entrada en vigor de este acuerdo, pero ahora es evidente que si la posición europea es débil y cuestionable, la de EE UU es terrible en sus posturas amenazantes y chantajistas. ¿Qué opinión te sugieren estas revelaciones?

Miguel Ángel Soto (MÁS): La filtración pone en evidencia que se está negociando con aspectos fundamentales que tienen que ver con nuestras conquistas en temas sociales y ambientales. Y el acuerdo prepara el terreno para una mayor dificultad para que lleguemos a alcanzar conquistas en el futuro. Las reglas y protecciones sociales son vistas como “barreras al comercio”.

Pero erraríamos el tiro si pensáramos que ambas delegaciones, la de la UE y la de EE UU, están enfrentadas. El planteamiento común es trabajar para eliminar lo que la jerga técnica del acuerdo llama “barreras no arancelarias” y lo que en boca de los políticos es un “exceso de regulación”, “papeleo” o “burocracia mala”. Las élites económicas y políticas de ambos lados del Atlántico comparten un mismo objetivo: situar el comercio y los intereses empresariales por encima de los acuerdos internacionales, de los derechos y libertades ciudadanas, y restar soberanía de las administraciones públicas. Podríamos decir que si la postura de la UE es mala, la de EE UU es peor, pero en ningún caso plantear estos acuerdos como un ataque o intento de dominación de los EE UU contra Europa.

Los documentos filtrados y publicados por Greenpeace Holanda, pese a su lenguaje jurídico-técnico, revelan el estado de las negociaciones en vísperas de la 13ª ronda negociadora, tanto por lo que se ha decidido como por la exposición de las posiciones de ambas delegaciones expresadas en los textos. Pero también por lo que no dicen, por lo que intencionadamente omiten.

Es significativo que ninguno de los capítulos que hemos visto haga referencia a la regla de Excepciones Generales. Esta regla consagrada en el acuerdo del GATT de la Organización Mundial del Comercio (OMC) hace casi 70 años permite a los estados regular las reglas de comercio “para proteger a los seres humanos, la vida animal y vegetal o la salud” o para “la conservación de los recursos naturales no renovables”. La omisión de esta regla sugiere que ambas partes están creando un acuerdo que sitúa los beneficios económicos por encima de la vida, la salud y el medio ambiente.

Tampoco se nombra el acuerdo sobre el Clima de París, la COP21, acuerdo firmado por la UE y EE UU, que dejaba claro que debemos mantener el incremento de la temperatura mundial por debajo de 1,5ºC. Y para lograr este objetivo el comercio no debe ser excluido de esta acción en defensa del clima. La ausencia de los objetivos de este acuerdo en los documentos del TTIP filtrados se suma a las disposiciones de los capítulos sobre la Cooperación Reguladora o Acceso a los Mercados para los productos industriales. Como ejemplo de estas propuestas se descarta la regulación de la importación de combustibles altamente contaminantes como el petróleo procedente de las arenas bituminosas (tar sands).

MDD: Más en concreto, un punto muy importante y sensible que evidencian estos papeles es la ausencia de mención al principio de precaución, un “punto de luz” dentro del entramado legal de la UE, y que hasta ahora ha permitido defender alrededor de 500 millones de consumidores de la consecuencias de la ingeniería genética en los alimentos y de la carne tratada con hormonas, por ejemplo. Según los papeles del acuerdo, lo que se aprobaría sería una postura de pura gestión de los riesgos, es decir, se prohíbe la comercialización de un producto solo cuando haya evidencias empíricas que este sea nocivo, y no viceversa, es decir, que solo se autoriza su comercialización cuando se entienda que no es nocivo. Por tanto, las sustancias peligrosas o potencialmente peligrosas se gestionan, a la par que todas las demás, y no se evitan de entrada. Si se aceptara este principio de la evidencia científica, en términos de salud pública, podría suponer un problema enorme sobre todo considerando que en muchos casos las consecuencias sobre la salud del consumidor y del medio ambiente tardan en manifestar sus efectos, al igual que la investigación científica en sacar pruebas concluyentes. El informe y las alertas lanzadas por el IARC sobre carnes procesadas son solo uno de los últimos ejemplos. ¿No crees que renunciar al principio de precaución significa dejar la salud del consumidor en un lugar muy por detrás de intereses comerciales, de la rentabilidad económica, etc.?

MÁS: Esta ausencia del principio de precaución en los documentos del TTIP-leaks es muy reveladora. Este principio está consagrado en el Tratado de la UE, pero no se menciona en el capítulo sobre Cooperación Reguladora, ni en ningún otro de los 12 capítulos publicados. Sin embargo, sí se cita en varios capítulos la demanda de la delegación estadounidense de trabajar en un enfoque “basado en el riesgo” que tiene como objetivo la gestión de sustancias peligrosas, en lugar de evitarlas. Este enfoque socava la capacidad de los reguladores de tomar medidas preventivas, por ejemplo en relación con la toxicidad de sustancias químicas como los disruptores endocrinos.

Aditivos, hormonas, disruptores, harinas de origen animal… existe una larga lista de sustancias químicas sujetas a regulación en la UE, pero permitidas en la EE UU, o los mismos organismos genéticamente modificados. Los productos cosméticos, además de contener sustancias prohibidas en la UE, son testados en animales, algo también prohibido en la UE.

¿Cómo piensan las delegaciones salvar estas diferencias? El Jefe de la delegación de la UE, el español García Bercero, quiere hacernos creer que no se van a mover un ápice en las negociaciones y que no se va a perder ninguna salvaguarda o que no va a haber rebaja en nuestros estándares. Curiosa manera de negociar la del Sr. García Bercero, que no tiene nada que ceder en las conversaciones. Habrá que esperar entonces que la delegación de EE UU anuncie pronto que van a homologarse sus estándares en los europeos (modo ironía).

MDD: En los TTIP-leaks es evidente la posición de extrema arrogancia de EE UU. Se juega siempre a rebajar las posiciones y las normas europeas. No hay muchas aperturas ni en materias de concursos públicos ni en prestación de servicios, y sí amenazas a cerrar o restringir otros mercados (por ejemplo, el del automóvil) si la UE no hace concesiones, y que en todo caso el “buy American” siempre prevalecería. ¿A qué está jugando la UE, entonces?

MÁS: Ya he comentado que no es correcto identificar estas negociaciones como un choque de intereses entre la UE y EE UU. Ambos están trabajando para las “barreras no arancelarias”, es decir, el “exceso de regulación”, el “papeleo” o la “burocracia mala”, que es lo que la ciudadanía entiende como derechos laborales, reglas para la defensa del consumidor, denominaciones de origen o salvaguardas ambientales. Para los creyentes del Dios Comercio estas son las barreras a eliminar.

Es cierto que los papeles del TTIP-leaks revelan que la delegación de EE UU consulta frecuentemente a los lobbies de la industria a la hora de fijar posiciones. También lo hace la UE. Un 83% de las reuniones de la Comisión sobre el TTIP sentaron a los lobbies corporativos al otro lado de la mesa, según un estudio del Observatorio Corporativo Europeo publicado en julio de 2015. La cifra hace referencia al periodo de Malmström como comisaria, pero en la etapa de su predecesor, Karel de Gutcht, el número de reuniones con corporaciones llegaba al 92% del total.

La Comisión Europea mueve ficha al dictado de los intereses de las grandes corporaciones. Es una idea equivocada que el crecimiento económico es un objetivo que puede dejar de lado otras fichas que son imprescindibles en el tablero de juego como son los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, los Convenios de la Organización Internacional del Trabajo o los compromisos de la reciente Cumbre del Clima de París. Los derechos y la salud de los ciudadanos y la sostenibilidad del planeta son tan importantes como el crecimiento económico. El crecimiento económico a cualquier precio es un suicidio.

Ambos bandos intentan marginar los compromisos internacionales en temas laborales, de desarrollo sostenible o de lucha contra el cambio climático, y ambos lados intentan reducir el exceso regulatorio. El negociador de la UE, el Sr. García Bercero, alardea ante los medios de comunicación sobre su defensa de los estándares europeos, negando cualquier margen de negociación frente a sus homólogos de EE UU. Pero la misma Comisión Europea ya ha dado pasos en la dirección de frenar procesos de regulación en el control de sustancias tóxicas o la lucha contra el cambio climático. Y ya hay partes de los documentos filtrados donde se recogen rebajas en los requerimientos o donde se pone en evidencia que por omisión hay aspectos que van a ser marginados en aras del libre comercio.

MDD: Parece que los puntos de conflicto que podrían hacer saltar el tratado son muchos y muy potentes. La UE, si quiere jugar al mismo nivel que EE UU en esta partida debería ser capaz de levantar mucho más la voz y estar dispuesta a cambiar sus normas solo para que sean más vinculantes y fuertes, para el futuro de su agricultura, de sus agricultores, de sus productos típicos, de sus tradiciones, etc. ¿Será capaz la UE de estar al altura de esto y no tener miedo de no responder de manera complaciente a las pretensiones de EE UU?

MÁS: Pensar eso sería pensar que la Comisión Europea tiene en cuenta el bien común, el bienestar de la ciudadanía, la salud de la población o en sus derechos laborales. Y la experiencia señala que estas élites políticas defienden una propuesta de sociedad dominada por el paradigma del libre mercado, con propuestas que amenazan el medio ambiente y rebajan la protección de los consumidores.

La realidad es que hay una identificación de la clase política con los intereses empresariales, algo que queda demostrado tras el TTIP-leaks. Los lobbies empresariales están al tanto del estado de la negociación y han tenido oportunidades desde el primer día de participar en la toma de decisiones.

Mientras se produce esta negociación dirigida por intereses solamente comerciales, la sociedad civil ha tenido un acceso escaso a las mismas. Los documentos filtrados indican que la opacidad de la UE se debe a la influencia de los intereses de los poderosos de la industria. En un informe público de la UE publicado esta misma primavera se menciona una sola vez las aportaciones de los sectores industriales, mientras que los documentos filtrados hablan en repetidas ocasiones sobre la necesidad de nuevas consultas con la industria y mencionan explícitamente que se han recogido en los textos las aportaciones de estos sectores.

Sin embargo, la contestación también está siendo fuerte. El año pasado más de 3,2 millones de ciudadanos firmaron contra el TTIP; en octubre de 2015 se manifestaron en Berlín más de 250.000 ciudadanos; cerca de 1.500 ciudades europeas se han declarado libres de TTIP. Tras el TTIP-leaks se ha abierto un amplio debate, y sindicatos, consumidores y ONGs, están teniendo más voz en los medios de comunicación. Se ha roto el muro de silencio, y los grandes medios de comunicación, antes callados ante la negociación, se ven obligados a publicar sobre lo que está pasando.

MDD: Las presiones y el poder de las grandes industrias agroalimentarias de EE UU es muy importante en este tratado; incluso podrían demandar a la UE si no informaran a estas empresas de nuevas reglamentaciones, y si estas mismas empresas no estuvieran llamadas a participar en su desarrollo. Se instalaría una lógica muy perversa, en un mercado no tanto libre como salvaje, donde las grandes empresas estarían fuera de cualquier control. ¿Cuáles serían los aspectos más peligrosos de este proceso?

MÁS: En los documentos filtrados y publicados por Greenpeace Holanda, los riesgos del poderío agrícola de EE UU hay que buscarlos tanto en el capítulo sobre agricultura como en el de medidas sanitarias y fitosanitarias. En este último, por ejemplo, el Artículo X.12 se titula “Autorizaciones de Productos de Tecnología Agrícola Moderna” y ha sido propuesto por EE UU; la UE no ha incluido todavía ninguna nota o comentario al respecto.

En la sección 8 se establece la formación de un “grupo de trabajo” sobre productos agrobiotecnológicos que incluya representantes comerciales y de las agencias reguladoras de ambas partes. Se espera que entre los asuntos a tratar esté la regulación de los OMG por ambas partes, con lo que es de esperar que la postura estadounidense pase a influir en la regulación europea.

Pero de manera transversal a muchos temas aparece la “cooperación reguladora”, un mecanismo que pretende coordinar (o entorpecer, según se mire) el desarrollo en el futuro de nueva legislación y continuar el proceso de convergencia incluso después de aprobado el TTIP. Comprende, entre otras cosas, la mayor presencia de los grandes sectores industriales en la toma de decisiones, o la implantación de “sistemas de alerta temprana”, que evalúen cómo pueden afectar al comercio las decisiones gubernamentales (por ejemplo, de aprobar nuevas leyes de protección de la salud o el medio).

Ni el jefe negociador, el Sr. García Bercero, ni la CEOE, en sus estudios del impacto del TTIP en la economía española ocultan que el sector agrícola pagará los platos rotos de este tratado. Lo que no explican es qué políticas sociales y qué partidas presupuestarias harán falta y durante cuánto tiempo para paliar la pérdida de empleo en este sector, al margen de las consecuencias que esta crisis del medio rural español tendrán en el equilibrio territorial, el mantenimiento de la biodiversidad, etc.

MDD: Francia, al igual que algún otro país de la UE, ha manifestado su contrariedad al tratado. ¿Cuál es la posición de España y qué papel está jugando en la negociación?

MÁS: Un matiz. Un ministro y el Primer Ministro de Francia se han manifestado en contra de los efectos de esta negociación sobre su economía. Miran por sus intereses. No están en contra de la negociación, aunque hicieron valer al comienzo de la misma la excepción del sector cultural dentro del TTIP. La postura de algunos líderes puede infundir incertidumbre en el proceso, pero habrá que esperar a que el juego electoral en Francia se clarifique.

En España, por contra, el PSOE está a favor de un tratado comercial con EE UU sin muchos miramientos, pero sí con un discurso evasivo y lleno de justificaciones. Exceptuando los partidos de izquierda, la mayoría de los grandes partidos que se disputan el Gobierno en España está a favor tanto del TTIP como del CETA.

Del apoyo a las negociaciones por parte del PSOE, tanto en la escena política nacional como en el Parlamento Europeo, se deduce que los ideólogos de este partido aceptan la máxima de que este modelo de globalización es el único posible y que la integración económica con las economías del otro lado del Atlántico es un mal menor necesario para no quedarse fuera de la escena del comercio internacional. Que el impacto social, ambiental y económico esté lleno de incertidumbres y que amplios sectores sociales vean con preocupación el curso de los acontecimientos no parece importarles.

MDD: ¿Cuáles serían los grupos de presión que se beneficiarían si este acuerdo fuera ratificado, tanto en la UE como en España?

MÁS: Es difícil saber en estos momentos qué lobbies saldrán vencedores y quienes perdedores. Es más fácil adivinar quién sale perjudicado, por ejemplo, el bienestar animal ya sale perdedor, según revelan los documentos filtrados.

También, en los documentos aparece que la UE pide la eliminación de la posibilidad para los fabricantes norteamericanos de hacer cualquiera de los 17 vinos, denominados semi-genéricos, que aparecen en el Anexo II del acuerdo de 2006. Washington se opone a parar la producción de estas 17 marcas, entre las que están también los vinos de Mosela y Málaga o el Chablis. ¿Quién ganará en este caso? Es pronto para saberlo, pero saber que Canadá fabrica queso feta y EE UU puede hacer vino de Málaga es desesperanzador.

Si nos fijamos en el caso de TTP, el acuerdo transpacífico firmado el año pasado, el lobby de la poderosa industria farmacéutica saldrá ganando. En este acuerdo, la industria consiguió la prolongación de los derechos de las patentes, retardando el acceso a genéricos para combatir algunas enfermedades como el SIDA, como han denunciado las ONGs de ayuda al desarrollo.

Según los documentos del TTIP-leaks, la Food & Drugs Administration (FDA) descarta y no muestra interés en trabajar con la UE en el ámbito de los genéricos debido a que considera que faltan recursos para examinar la propuesta que han hecho al respecto los negociadores del Viejo Continente. Vamos, que la farmaindustria no quiere oír hablar de genéricos.

MDD: Dado que prácticamente se le otorga a las multinacionales la posibilidad de demandar a gobiernos, instituciones, o a quienes que se opongan a sus inversiones y sus beneficios, y dada también la opacidad enmascarada de tecnicismo y el secreto con el que se han desarrollado las negociaciones, si los acuerdos sobre el TTIP siguieran adelante, ¿se podrían considerar una grave violación de los mecanismos democráticos?

MÁS: Aunque el TTIP no inventa los tribunales de arbitraje, lo cierto es que en los últimos años se ha generalizado este sistema judicial paralelo que otorga derechos exclusivos a los inversores extranjeros, y, por lo tanto, discriminan negativamente a los inversores del país, a la ciudadanía y a las comunidades, sin ninguna evidencia de beneficios para toda la sociedad. Y es obvio que se puede considerar una grave violación de los mecanismos democráticos, no solo porque pueden obligar a los gobiernos a utilizar miles de millones de euros o dólares de los contribuyentes para indemnizar a las grandes corporaciones por defender la sanidad pública, el medio ambiente, cuestiones laborales u otras políticas públicas de interés general, sino porque estos tribunales no están sujetos a los principios y controles democráticos. Los parlamentos no podrán cambiar las leyes a posteriori. Estos tribunales socavan la jurisdicción del Tribunal Europeo y de los tribunales de los Estados-miembro, ya que los inversores extranjeros los pueden eludir. Y es antidemocrático porque tiene un efecto disuasorio de la vía legislativa. Ante el riesgo de tener que enfrentarse a una demanda con un coste de millones de euros, es muy posible que ayuntamientos, comunidades autónomas o parlamentos se piensen dos veces antes de aprobar una norma, reglamento o regulación.

MDD: ¿Qué final prevés para este acuerdo? ¿Qué escenario planteas para el sector agroalimentario de la UE, en general, y el español, en concreto?

MÁS: El TTIP no va a ver la luz este año y su futuro está comprometido por la fuerte contestación social y política. Y el CETA, el acuerdo con Canadá, va a ser la verdadera batalla durante los próximos meses. La Comisión Europea espera firmar este acuerdo en una cumbre UE-Canadá el próximo mes de octubre y las movilizaciones hasta esa fecha van a aumentar la presión sobre los europarlamentarios.

En caso de ser aprobado en el Parlamento Europeo, el CETA entraría en vigor antes incluso de ser ratificado por todos los gobiernos y parlamentos nacionales de la UE. Y empezaríamos a ver de manera progresiva los efectos de estos acuerdos.

MDD: ¿Qué papeles le asignas y qué poder de actuación tienen los consumidores, los movimientos sociales, los agricultores, los movimientos ecologistas, los sindicatos y todos aquellos que entienden que está en peligro nuestra seguridad alimentaria, nuestros bienes comunes, la sanidad, la salud de nuestro entorno social y ambiental? ¿Existe ahora mismo, y qué grado de poder tienen esa “criticidad autoorganizada” como la llamaría Susan George?

MÁS: La protesta se está organizando y es cada vez mayor, y ha dado un salto cuantitativo y cualitativo tras el TTIP-leaks. Esta movilización ha despertado incluso el interés de los sociólogos que empiezan a estudiar el primer movimiento social paneuropeo, un movimiento más allá del trabajo en red o de la suma de coaliciones y ONGs internacionales.

En el Estado español, la Campaña No al TTIP está presente en todo el territorio a través de numerosos nodos. Suma numerosos actores −desde ecologistas hasta partidos políticos− y está actuando como aglutinante y coordinador de las diferentes iniciativas. Sin embargo, es aún necesaria una mayor implicación y movilización de sectores sensibles y que podrían ser los más perjudicados por estos acuerdos. Sindicatos agrarios, asociaciones de pymes y autónomos, asociaciones de consumidores, etc. se juegan mucho en estos dos tratados.

Desde hace más de dos años, la contestación al TTIP y al CETA se ha estado organizando y ha estado dando la batalla. Tras el TTIP-leaks hay más sectores que despiertan a esta amenaza. Solo hay que esperar a que se sumen para poder conseguir la victoria.

Acceso a la entrevista a Miguel Ángel Soto (pdf)

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